Para crear se necesita libertad: Alejandro Palma Almendra

Investigación

Por la calidad de su investigación, fue el cuarto científico de provincia reconocido con el nivel III del SNI

Obtuvo la Medalla “Max Planck” 1977, por su tesis doctoral. Fue nombrado científico de América Latina por la Universidad de Florida, en Estados Unidos

BUAP. 13 de octubre de 2015.- La búsqueda de la verdad, como dicta el tema central de Lecciones Preliminares de Filosofía, de Manuel García Morente, atrajo desde joven al doctor Alejandro Palma Almendra, profesor investigador del Instituto de Física “Ing. Luis Rivera Terrazas” de la BUAP (IFUAP), quien es un autodidacta del estudio de la Filosofía y un académico comprometido con la enseñanza de métodos modernos de aprendizaje en la Física, como lo demuestra la Medalla al Desempeño y Trayectoria Docente, que le otorgó la Institución en mayo pasado.

“Llegué a la ciudad de Puebla para desarrollar investigación con mayor libertad, porque para crear se necesita libertad”, sostiene. Libertad para ejercer lo que más le gusta: hacer ciencia y formar científicos.

La docencia es mi profesión, expresa con orgullo y con un brillo peculiar en los ojos, mientras los rayos del sol matutino entran por la ventana de su oficina. Con asombro, cuenta sus años como profesor: 46 años en la academia.

Los químicos la llaman Química Teórica, los físicos Física Molecular y los matemáticos Química Cuántica. Sin importar el nombre, esta es la disciplina científica a la que se dedica el también integrante del Cuerpo Académico Consolidado Física Computacional de la Materia Condensada del IFUAP.

La Química Cuántica, la cual describe matemáticamente el comportamiento fundamental de la materia a escala molecular, ha dado origen a un campo amplio de novedosas tecnologías como diseño de fármacos, nanomateriales, catalizadores y semiconductores. Por su importancia, las universidades deberían impulsar posgrados en esta rama, considera el doctor en Química Cuántica por la Universidad de Uppsala, Suecia.

La principal línea de investigación del académico es la Mecánica Cuántica aplicada a la Física Molecular y en Matemáticas, las álgebras abstractas.

Entre sus más recientes proyectos destaca la identificación de líneas espectrales en óxidos y la aplicación de álgebras de Lie. El impacto principal del primer trabajo es la identificación de óxido de calcio en meteoritos que llegan a la Tierra; mientras que en el segundo es resolver problemas matemáticos con técnicas más sencillas y elegantes que las utilizadas actualmente.

En nuestros días, expone, la Física y Matemáticas son parte fundamental en el desarrollo de tecnología, la cual requiere de buenos elementos, casi genios. Desafortunadamente, “el sistema burocrático de las instituciones impide su admisión”, lamenta.

El destino me eligió

Al graduarse en la Escuela Técnica Industrial en Tuxtepec, Oaxaca, su pueblo natal, quiso estudiar Filosofía pero no pudo ingresar a la UNAM, porque su área terminal no era compatible con su anhelado sueño. Lo anterior no fue un obstáculo, sino una enseñanza.

En ese mismo año, el destino cambió su rumbo. Ganó el cuarto lugar en el Primer Concurso Nacional de Física y Matemáticas, organizado por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Este premio determinó su vocación profesional o mejor dicho “el destino me eligió para inscribirme en la Licenciatura en Física y Matemáticas en esa misma institución”.

Es padre de tres hijos y abuelo de cuatro nietos, todos varones. Amante de la literatura clásica y moderna, así como de ensayos literarios, poeta, jugador de ajedrez y conocedor de las principales obras clásicas de Filosofía, entre ellas del autor español Manuel García Morente. En su juventud jugaba tenis y disfrutaba correr, “ahora el cuerpo ya no da para eso”, ríe y su mirada viaja al pasado.

Ciencias exactas y humanidades son la combinación perfecta para resolver los problemas actuales que aquejan al mundo, pero sobre todo para formar personas con libertad de pensamiento.

Una gran trayectoria profesional

Por la calidad de su producción científica, en 1990 Alejandro Palma Almendra fue el cuarto investigador de provincia en ser reconocido con el nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), la más alta categoría.

Entre sus innumerables reconocimientos destaca la medalla “Max Planck” 1977, por su tesis doctoral; fue designado científico de América Latina por la Universidad de Florida, en Estados Unidos. Ha participado en varios congresos a nivel mundial, tiene más de 70 publicaciones en diversas revistas especializadas y ha sido profesor visitante en universidades de Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y Japón.

Es miembro titular de la Sociedad Mexicana de Física y de la Academia Mexicana de Ciencias, investigador visitante del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y organizador en 1998 del Congreso Internacional de Químicos Teóricos de Expresión Latina (QUITEL), en su versión XXIV, el segundo realizado en una institución mexicana.

Desde su incorporación a la BUAP, en 1987, se ha desempeñado como académico dedicado a crear ciencia y formar jóvenes científicos.

Ser útil a la sociedad

Alejandro Palma Almendra no sólo es un excelente científico, es también un gran ser humano. Está convencido de que el quehacer humano no se limita a satisfacer las metas personales. Se dedica a la ciencia por placer y no por obligación, pues su inquietud es ser útil a la sociedad que lo trajo al mundo.

En septiembre de 1985, durante semanas, ayudó en el rescate de víctimas del terremoto en la ciudad de México. Por esta labor, dos años después, la Presidencia de la República le otorgó el Reconocimiento Nacional al Valor Heroico 19 de septiembre.

Su preocupación por el bienestar comunitario, lo motivó a crear juntas vecinales en cada lugar que habitaba. Bosques del Lago en el Estado de México, San José Mayorazgo y Camino Real-La Hacienda, en Puebla, son reflejo de estas iniciativas en las que ha mostrado a sus vecinos que el hombre puede a voluntad, prácticamente sin recursos materiales, cambiar el entorno social en el que se mueve.

“Soy de la opinión de que mi vida pertenece a toda la comunidad y mientras viva es un privilegio hacer por ésta todo lo que pueda. Cuando muera, quiero estar completamente agotado. Cuanto más duramente trabajo, más vivo. Gozo de la vida por la vida misma. Para mí la vida no es una pequeña vela, sino una especie de antorcha espléndida que por el momento sostengo con fuerza y quiero que arda con el mayor brillo posible, antes de entregarla a las futuras generaciones”.

Fragmento de su discurso al recibir el Diploma Cédula Real de la Fundación de Puebla en 1999.